Unidad para las Víctimas y campesinos de Ataco (Tolima) afianzan proceso de reparación colectiva y retornos
Durante una emotiva jornada, campesinos de siete veredas de Ataco que han retornado luego de sufrir el conflicto armado hicieron realidad uno de sus sueños comunitarios: inauguraron la caseta cultural donde podrán reunirse y recuperar las costumbres de la zona.
El pasado jueves, Ataco dio un importante paso en el proceso de reparación colectiva que adelantan varias comunidades campesinas junto con la Unidad para las Víctimas. Ese día, decenas de víctimas del conflicto armado interno de siete veredas de oriente se reunieron en la vereda Canoas de San Roque para inaugurar oficialmente la caseta cultural, en un acto llamado “Obras y acciones por la paz”.
En el marco de dicho proceso de reparación colectiva y de retornos y reubicaciones, la Unidad para las Víctimas y la alcaldía municipal dialogaron con los vecinos en la caseta cultural, estudiantes de grado 11 plantaron una docena de árboles por la vida, los ciudadanos conversaron sobre los avances de la reparación en el territorio y las entidades entregaron mobiliario a la escuela de la vereda, compuesta por sillas, mesas y material tecnológico.
El director territorial central de la Unidad para las Víctimas, Jorge Sánchez, recordó que "la paz se construye en los territorios, desde la casa, la vereda, con las víctimas, con la reconstrucción del tejido social". Para finales de 2014, se habían invertido más de 122.000 millones de pesos para atender a las víctimas en el Tolima. Los afectados por el conflicto representan aproximadamente el 12% de la población del departamento, siendo el desplazamiento forzado el hecho que más ha afectado a sus residentes.
Entre los años 2001 y 2005, según cuentan los habitantes, se vivió el asesinato de líderes, desplazamientos masivos y bombardeos, debido a la presencia de grupos guerrilleros y paramilitares. Esto afectó profundamente el medio ambiente y a las costumbres en la relación con los demás moradores de la zona. Creció la desconfianza, no se atrevían a llegar al casco urbano, que dista más de una hora en carro debido al mal estado de la vía, dejaron de practicar juegos y encuentros deportivos en comunidad.
Así lo explicaba Jorge Albeiro Perdomo: “Antes la gente vivía más activa, con más confianza, había más contacto. Luego la cosa se puso más pesada, ya no se podía ir al pueblo. Si usted iba al pueblo, le iban a catalogar que usted estaba llevando información. Llegaron los grupos armados a intimidar. Era muy difícil. Se fueron perdiendo los valores, la confianza, no salíamos. A unos los mataron, otros se fueron”, recuerda este campesino que también tuvo que desplazarse, y retornó años después a su finca, donde ahora cultiva café, cuya cosecha inicia en los próximos días.
“Estamos recuperando la confianza”
“Hicieron presencia de parte del Estado, volviéndonos a llamar para que hiciéramos parte de una estrategia”, recuerda Albeiro sobre los inicios del proceso hace dos años. “Estamos recuperando otra vez la confianza. La gente ya está trabajando, con los proyectos de sembrar café nuevo”, añade este ‘tejedor’, nombre con el que se denominan a los participantes de la estrategia de recuperación emocional grupal ‘Entrelazando’, liderada por la Unidad para las Víctimas, en la que se reencuentran y retoman esa “confianza, el cariño, el saludo y las tradiciones que nosotros teníamos anteriormente”.
“Creemos en el Estado y que las cosas se pueden hacer porque tenemos el impulso, el trabajo en el campo”, afirma este campesino retornado. Igual de feliz se mostró María Griselda Debia, quien donó el terreno para la construcción de la caseta. Esta mujer perdió a su esposo y un hijo, antes de abandonar sus tierras. “Nos tocó irnos. Salimos en 2001 y regresé hace cuatro años para reconstruir la finca y a volver a respirar aire puro. En este momento, estamos con el programa de restitución de tierras. Ya comenzamos con el proyecto productivo y, gracias a dios, vamos trabajando”.
Asegura que los avances en el proceso de reparación colectiva son como un sueño hecho realidad para ella. “Le doy gracias al presidente Santos, que fue el que aprobó la Ley de Víctimas y por él estamos aquí en la tierra, por él estamos trabajando y por él estamos como estamos, iniciando de nuevo, felices, con una nueva vida”, indicó esta mujer, contenta de volver a sembrar café, yuca y plátano. “Tenemos todo para reunirnos, para recreación, para recibir a la gente que llegue. Estoy muy feliz, porque doné el puesto para hacer la caseta y también doné el puesto para esta escuela. Me siento orgullosa de eso, porque es servirle a la comunidad. El día de hoy es un día inolvidable, de paz, de amor, de reconstrucción”, añadió.
“El proceso de reparación colectiva lleva dos años de trabajo, de consolidar unos grupos, de fortalecer el tejido social”, explicó Jorge Sánchez, director de la Unidad para las Víctimas en el departamento, quien resaltó la importancia de los resultados, como “no tener miedo de expresar las ideas; ver en el otro un igual a uno que está para apoyarlo, para construir en pro de un futuro, de una mejor calidad de vida”.
En este sentido, el alcalde de Ataco, José Antonio Jiménez Narváez, resaltó que “el proyecto más exitoso ha sido el trabajo con la Unidad para las Víctimas”, con la que ha existido coordinación entre la alcaldía y “las entidades que escuchan y atienden”. Esto ha influido a la hora de convertir a Ataco en “municipio pionero”, en palabras del mandatario local, tal como quedó de manifiesto en el listado de 125 municipios destacados por las Naciones Unidas para el futuro posconflicto.