Jul
18
2018

“La indemnización que se entrega a las víctimas es semilla de esperanza”: sacerdote Peña Pérez

En Tibú, la Unidad para las Víctimas entregó más de 100 cartas y 70 encargos fiduciarios por un valor superior a los 1.000 millones de pesos.

La indemnización que el Estado entrega como parte de la reparación a las víctimas del conflicto armado interno en Colombia debe tomarse como un punto de apoyo para que los afectados comiencen una nueva vida. Eso fue lo que les dijo el delegado de la Diócesis de Tibú en la pastoral de víctimas, padre Víctor Hugo Peña Pérez, a quienes llegaron a la Casa Cultura a recibir la carta de indemnización.

Más de 100 residentes de este municipio, ubicado en la zona del Catatumbo nortesantandereano, respondieron al llamado de la Unidad para las Víctimas para recibir la indemnización. Con ellos 70 niños también acudieron por el encargo fiduciario que les otorgó la Ley 1448 de 2011.

“La indemnización –ese recurso económico- debe aprovecharse bien, es un punto de apoyo para que progresen, para generar desarrollo. Los latinos creemos que para lograr el desarrollo hay que llenarse de muchas cosas, pero de lo que hay que llenarse es de actitud para el desarrollo”, les dijo el religioso.

El padre Peña aclaró que esa actitud se forja con una educación a través de la cual los seres humanos deben aprender que desarrollo no es tener un televisor muy grande ni otras cosas superfluas, porque para él desarrollo es “saber invertir en una semilla que genere cambios positivos”.

A su turno, el director territorial de la Unidad para las Víctimas, Saniel Peñaranda, manifestó que la entrega en Tibú hace parte de la estrategia Convivencia y Paz, creada para los municipios con zonas veredales transitorias para miembros de las FARC que estuvieron comprometidos con el conflicto armado.

“Hoy vinimos a entregar 126 cartas por un valor superior a los 766 millones de pesos y 70 encargos fiduciarios que suman más de 250 millones de pesos. Pero este año esperamos llegar a un total de 700 cartas en esta zona”, manifestó.

Uno a uno los asistentes pasaron por su reparación, algunos con la idea clara de invertir o reforzar el negocio de sus sueños, porque para casi todos el Catatumbo es buena tierra para vivir.

“Yo fui desplazado de La Gabarra, pero volví y tengo un salón de belleza que voy a mejorar con esta platica”, dijo Álvaro, que lleva más de 20 años viviendo por estar tierras.

Edilma, quien también salió en los primeros años del 2.000 de La Gabarra, explicó que regresó porque en este corregimiento tienen más oportunidades para trabajar y vivir con sus dos hijos, y por ellos aún no sabe si invertirá su indemnización en una casa, o en un negocio.

Lo que si saben es que en la reconstrucción de sus vidas no están solos, porque ayer funcionarios y delegados de la Unidad para las Víctimas, la alcaldía de Tibú y el Banco de Bogotá les recordaron los servicios que tienen para apoyarse en la reconstrucción de sus vidas.

La Pastoral de Tibú nació en 2016 porque así lo pidieron las víctimas de la región. La coordina el padre Víctor Hugo Peña Pérez, de la diócesis de Tibú, y se dedica a trabajar con un equipo interdisciplinario en favor del desarrollo de las personas sobrevivientes del conflicto en el Catatumbo.