El largo sendero para pervivir en la ancestralidad del pueblo indígena Jiw-Koiwis
La Unidad para las Víctimas llegó al resguardo Corozal Tapaojo del municipio de Puerto Gaitán, Meta, para concretar la reubicación, la reactivación de la ruta de reparación colectiva y la entrega de ayuda humanitaria a esta comunidad indígena.
Una trocha de aproximadamente 83 kilómetros divide la sabana entre Puerto Gaitán y el resguardo indígena Corozal Tapaojo. Pero lo que podría ser un viaje de dos horas y media en automóvil, se convierte en cinco horas cuando es verano. Pero en esta ocasión fueron nueve horas porque el día anterior las lluvias hicieron de la tierra lodo y del transitar una hazaña.
La travesía empezó el 10 de julio al llegar al casco urbano de Puerto Gaitán, donde las profesionales de la Dirección de Asuntos Étnicos, Vilma Roa; de Reparación Colectiva, Jackeline Puentes; Retornos y Reubicaciones, Juan Mauricio Zambrano se reunieron con personal de la Alcaldía y Personería Municipal para definir lo que sería el traslado al resguardo.
A las 3:30 a.m. del 11 de julio las y los profesionales de la Unidad para las Víctimas, a la que se sumó Luis Felipe Londoño, de la Subdirección de Atención y Prevención a Emergencias; la delegada de la Personería Municipal, Xiomara Cruz y el delegado de la Alcaldía, Benjamín Unda -nacido y criado en el resguardo-, se citaron a las afueras de la Administración Municipal. Una vez acomodados en las camionetas con las ayudas humanitarias y los ingredientes de la olla comunitaria que se realizaría en el resguardo, las ruedas se pusieron en movimiento.
El plan era llegar antes del mediodía, pero las condiciones de la vía cambiaron el itinerario. Luego de cruzar el puente que está sobre el río Manacacías y recorrer la carretera durante unos 20 minutos se acaba el pavimento. En el sector de Puente Arimena se vuelve a encontrar otro tramo pavimentado, pero no es mucho lo que se puede aprovechar antes de tomar el desvío hacia el resguardo, donde la vía vuelve a convertirse en tierra.
Pero el sendero de tierra no era una mala opción, pues se había podido transitar con tranquilidad -aunque con saltos y sacudidas-, hasta que llegó el tramo de barro y el viaje se prolongó por más de tres horas. El primer incidente fue con la camioneta de la Alcaldía, que quedó atrapada en una piscina de lodo y se amarró una cuerda a otro vehículo para que este la arrastrara para ayudarla a salir.
Posteriormente, a esa misma camioneta se le averió la direccional cuando trataba de salir de otra piscina de lodo. Por fortuna, el conductor contaba con conocimientos de mecánica y tras media hora de buscar soluciones, usó una venda de primeros auxilios para arreglar provisionalmente el daño, antes de eso, dos de quienes acompañaban el viaje, se metieron entre los matorrales de la sabana para ir hasta la finca del ‘finado’ Gavilán, que quedaba cerca, para buscar un trozo de neumático, que cumpliría la función que pasó a tener la venda. De hecho, a esa zona la llaman ‘Donde Gavilán’, porque, comentó el conductor de la Alcaldía, los sectores rurales suelen ser referenciados por el nombre de sus propietarios para facilitar las ubicaciones.
Uno llegó primero que el otro, el segundo traía un pequeño pedazo de neumático desgastado, pues fue lo único que encontró porque en la finca solo estaban los muebles y los animales. Ya todos estaban listos para partir, aunque el viaje fue nuevamente interrumpido cuando la camioneta de la Unidad para las Víctimas en más de una ocasión también quedó atascada en los enormes agujeros, pero estas veces repletos de agua, y se tuvo que usar la misma estrategia de la cuerda para continuar el camino.
Más de uno agradeció haber llevado botas de caucho, pues durante las varadas y atascadas fue necesario salir de las camionetas y hundir los pasos entre el barro para alivianar cargas. Pero eso no evitó que a algunos les tocara meterse a las piscinas para amarrar la cuerda y untarse de barro en el proceso.
Al resguardo Corozal Tapaojo llegaron a la 1:00 p.m., allí habitan los pueblos indígenas Jiw, Piapoco y Saliva. La Unidad para las Víctimas entregó ayudas humanitarias en especie a los dos primeros, para un total de 17 kits compuestos por alimentos proteicos, cereales, aceite, carbohidratos, entre otros, con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria de las comunidades indígenas que son víctimas de desplazamiento forzado, quienes históricamente han atravesado conflictos territoriales en donde se vulneraron sus derechos y se afectaron sus costumbres ancestrales.
Pero el objetivo principal de la visita era concretar con el pueblo Jiw-Koiwis, su reubicación, pues lleva más de 14 años luchando por un terreno propio para vivir y mantener su ancestralidad, dados los inconvenientes con los otros dos pueblos que viven en el resguardo.
“Nosotros conocemos las condiciones de la vía y agradezco el esfuerzo que hacen ustedes para poder llegar acá y escucharnos y concretar las propuestas que se vienen caminando para un goce efectivo del pueblo”, expresó el cabildo gobernador, Luis Orlando Gutiérrez Gaitán.
Este año, la Agencia Nacional de Tierras (ANT) mostró su disposición para adquirir un predio propuesto por la comunidad anteriormente, que está ubicado cerca al casco urbano de Puerto Gaitán. Para avanzar en ese proceso, la Unidad para las Víctimas recolectó ese día la firma de 28 actas de voluntariedad por parte de las familias que conforman el pueblo Jiw-Koiwis, baj, manifiestan su voluntad de irse al nuevo terreno.
Posteriormente, las actas de voluntariedad serán presentadas a la ANT, para que pueda proceder con la compra del terreno.
También, la Unidad para las Víctimas aprovechó el espacio para iniciar la reactivación de la ruta de Reparación Colectiva, por eso se les informó que se realizaría una caracterización del daño, para lo era necesario convocar primero a una consulta previa.
El proceso con el pueblo Jiw inició en 2014 y en 2016 la Unidad para las Víctimas les reconoció como sujeto étnico de reparación colectiva, por lo que se desarrollaron las fases de acercamiento, identificación y alistamiento, el paso a seguir es la caracterización de los daños.
El pueblo Jiw está presente en los municipios de Puerto Gaitán, Puerto Concordia y Mapiripán en el Meta, y en San José del Guaviare, Guaviare, por eso, desde cada resguardo o asentamiento, deberán elegir dos representantes para participar de una asamblea en la que se realizará la instalación de la consulta previa, junto al Ministerio del Interior. De esta manera, se espera que, para el próximo año, la Unidad para las Víctimas cuente con los insumos necesarios para empezar a construir el Plan Integral de Reparación Colectiva (PIRC).
Según el cabildo gobernador, el pueblo Jiw, fue víctima de desplazamiento forzado, desaparición y reclutamiento en el marco del conflicto armado.
“Es una nueva etapa, yo confío en el gobierno de Petro, él ha puesto directores que miran al pueblo, que miran la diversidad, no solamente con nosotros sino también con los campesinos, las negritudes, los diferentes sectores sociales. Hoy tenemos que aprovechar las entidades que han venido a acompañar este proceso, los Jiw merecen vivir en su propio territorio con su propia cultura”, expresó Julio Cesar Chamarraví, vocero de la Asociación Indígena Unuma.
El encuentro se terminó pasadas las 4:00 p.m., y tras estrechones de manos y breves abrazos, se tomó el camino de regreso con cierta prisa, pues se quería evitar el tramo difícil de transitar estando entre la espesa oscuridad que se posa en las noches rurales.
Por ahora, la Unidad para las Víctimas continuará el proceso en los resguardos presentes en los demás municipios del Meta y Guaviare para concretar la asamblea que permitirá la reparación colectiva del pueblo Jiw.
En la Unidad para las Víctimas "Cambiamos para servir", con el objetivo de seguir trabajando en acciones de cara a la implementación de una política que contribuya a la superación de los rezagos, brinde una reparación transformadora y le permita a quienes han padecido el conflicto armado acceder efectivamente a sus derechos.