Ago
26
2015

Víctimas que alegran paladares

Comenzó actividades la primera Escuela Gastronómica Buen Apetito Manq'a Colombia, un proyecto que se llevará a cabo en zonas peri-urbanas de riesgo en Bogotá, Cali, Medellín, Popayán y San Andrés. Cada una capacitará a jóvenes desde los 16 hasta los 28 años, beneficiando aproximadamente a 700 de ellos.

La primera Escuela Gastronómica Buen Apetito Manq'a Colombia inició ayer actividades en Bogotá con el objetivo de generar oportunidades sociales y económicas a favor de jóvenes de sectores vulnerables, pequeños agricultores, víctimas del conflicto armado y emprendedores colombianos y holandeses en el creciente mercado agroalimentario.

“Después del dolor vivido en la guerra, estamos dispuestos a aprovechar esta oportunidad porque es un proyecto sostenible, de alimentación saludable y que además apoya a quienes hemos sufrido condiciones desfavorables en la vida. A mí me parece muy bueno”, dice Mateo Castaño, uno de los jóvenes víctimas del conflicto armado que encontró en la Escuela Gastronómica Buen Apetito Manq’a una oportunidad para continuar adelante en la sanación de las heridas emocionales que le dejó la guerra.

El proyecto es impulsado y ejecutado por ICCO Cooperación Sudamérica, Fundación Pequeño Trabajador y Fundación Escuela Taller de Bogotá y además cuenta con el apoyo de Kerk In Actie, RVO Holanda, Feeding Good, Ecomuoba, Generous Minds y Melting Pot Bolivia.

Sin embargo, esta es apenas la entrada. El plato fuerte, que ya se está preparando, está integrado por siete escuelas, que se instalarán en zonas peri-urbanas de riesgo en Bogotá, Cali, Medellín, Popayán y San Andrés, convirtiéndose, a su vez, en restaurantes que brinden comida nutritiva y local a los vecinos de las escuelas. Cada una de estas escuelas capacitará en temas gastronómicos a jóvenes desde los 16 hasta los 28 años, beneficiando aproximadamente a 700 de ellos.

Mateo Castaño, siete años después de haber sido desplazado de San Roque (Antioquia) por grupos paramilitares, tiene a sus 20 años el desafío de graduarse en un año como técnico en gastronomía. “Tuvimos que dejarlo todo con mi mamá, mi hermana y otros familiares porque ellos quería guardar cosas en la finca, poner a hacer mandados y hasta tener relaciones sexuales con las mujeres de la familia. Con esto uno como que nace de nuevo”, dice el joven de 20 años.

Los encargados del proyecto coinciden con él y ahondan en los motivos por los que este tipo de iniciativas permiten el progreso de sectores sociales vulnerables como, por supuesto, lo son las víctimas del conflicto armado en el país.

“Las escuelas gastronómicas son ejemplo del empoderamiento, sostenibilidad y autonomía económica que comunidades campesinas generan al consolidar modelos de compra locales, demostrando que es posible vincular a pequeños productores con mercados urbanos. Estos modelos económicos inclusivos y generadores de riqueza fortalecen y reactivan las economías campesinas y regionales. En el marco del programa, pequeños productores desarrollan relaciones y oportunidades comerciales con socios holandeses alrededor de la cadena de valor gastronómica, donde en un ejercicio de co-creación, aprendizaje y trabajo en conjunto, empresas de ese país estarán construyendo con actores colombianos, un modelo económico inclusivo que genere oportunidades de relaciones comerciales entre ambos países”, explica Omar Rojas Bravo, enlace de ICCO Colombia.