Jun
27
2016

260 familias en Antioquia se benefician con insumos agrícolas para proyectos productivos

La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas coordina acciones con el ánimo de disminuir el desplazamiento y otras infracciones al Derecho Internacional Humanitario.

AntioquiaSan Luis

La Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Victimas entregó en el municipio de San Luis en las veredas San Pablo, Santa Bárbara y la Cristalina insumos y herramientas para proyectos agrícolas en los que se benefician 70 familias de éstas veredas con una inversión de 35 millones de pesos.

Así mismo, se entregaron también los kit para la agricultura en la vereda Aquitania (Pocitos) del municipio de San Francisco, beneficiando a 60 familias con una inversión de 30 millones de pesos.

San Luis ha sufrido los impactos del conflicto armado desde la década de los 60. Desapariciones, masacres asesinatos selectivos y desplazamientos forzados hacen parte de los repertorios de violencia que han dejado huellas en el territorio y en la vida cotidiana de sus pobladores, así como en sus proyectos de vida.

Estos campesinos del oriente antioqueño sobrevivieron y resistieron a la presencia del Frente Carlos Alirio Buitrago del ELN, del MAS, del Frente IX de las FARC, del Bloque Metro y del Cacique Nutibara. Para ese momento, el oriente de Antioquia, una región de 23 municipios exuberante en bosques y páramos, donde se encuentran el aeropuerto internacional y el complejo hidroeléctrico de San Carlos, y la atraviesa la autopista que une a la capital antioqueña con Bogotá, era un cruento escenario de guerra.

“Había que pedir permiso para salir de la vereda al pueblo, todos sentíamos miedo, se había acabado el ambiente cálido y unido que teníamos en la vereda. Yo madrugaba a las 4 de la mañana para ir a coger café, pero en esos días yo no quería ni salir de mi casa”, cuenta Iván Gallego, beneficiario del municipio de San Luis de la vereda San Pablo, que recibió un kit completo de herramientas, semillas de plátano y maíz junto a un equipo de fumigación para poder continuar con su proyecto productivo y generar sus ingresos en el campo que es su pasión.

“Me tocó irme de mi tierra en el año…, ya no podía sembrar, ni tampoco hablar con los vecinos, todo nos lo prohibían y nos mantenían alejados unos de otros”, relata con lágrimas en sus ojos el señor Gallego, de recordar lo que le tocó vivir en aquella época macabra en la que el terror y las tragedias eran el pan de cada día.

“Estábamos durmiendo mi esposa y yo, eran las 5 de la mañana, ese día no había que salir tan temprano porque era día de molienda, cuando Carmen, tocó a mi puerta llorando preocupada, me dijo que tres hombres se habían llevado a su yerno y a su hija y que en toda la noche no habían sabido de ellos. De inmediato salí por un vecino para que saliéramos por la vereda a buscar a los dos pelaos”.

Cuenta don Iván que caminó unos 15 minutos por un lado de la vereda y su amigo cogió por otro lado para ver quien los encontraba primero o alguien que diera razón de ellos. Se le volvieron a rodar unas lágrimas de sus ojos. Este sanluisano, a sus 69 años de edad, con su aspecto campesino de tradición, sombrero y machete colgado, lloró contando y recordando esa cruda realidad que vivió no sólo él sino muchos sanluisanos y miles de colombianos. “Me fui despacio y mirando cada atajo de la zona y ahí encontré unos zapatos, eran de mujer y más adelante estaba ella”. Con sólo 20 años de edad y 7 meses de embarazo, su vecina estaba muerta. “Yo quería gritar y llorar de la rabia que me dio al verla, me le acerqué y le levanté la blusa y vi moverse al muchachito, corrí a llamar a mi amigo pero cuando volvimos ya el bebé no se movió más”.

Sin haberle podido salvar la vida al bebé y con la tristeza de lleva la noticia a su amiga, don Iván, con el coraje y la verraquera de un paisa, fue a hablar con el jefe de la guerrilla de esa vereda para que le dieran autorización de ir al pueblo para que hicieran el levantamiento de la chica que éll había encontrado.

“A mí no me dio miedo hablar con ellos, yo solo quería darle santa sepultura y que su familia pudiera saber qué había pasado con ella así no la volvieran a ver más.  Ellos me dijeron que sí, que podía ir al pueblo y avisar lo que había pasado, pero que no fuera hacer escándalo y menos a decir que éll sabía quién lo había hecho, y que si hablaba más de ese tema el que seguía era yo o mi esposa”.

Así, fue como pudieron enterrar a la mujer, pero de su esposo no se supo más, ese es uno de los muchachos que se suman a la lista de desaparecidos de la época. “Mi esposa al día siguiente cogió su ropa y me dijo que me fuera con ella que no quería que nos mataran, pero yo doy la vida por mi tierra y de terco me quedé un tiempo más”. Sin embargo al cabo de unos meses Iván no aguantó más la presión, la zozobra que ya era su turno de morir, no podía cultivar, no podía subir al lugar donde cogía el café y lo último que le tocó fue que un día hubo un enfrentamiento de los grupos armados y varios miembros de la guerrilla se escondieron en su casa y una mujer herida fue abaleada y ahí fue cuando decidió irse con lo que tenía puesto. Dejó su casa, sus herramientas, sus enseres, sus animales y sus cultivos, eso es lo que más le ha dolido luego de cuatro años que hace que volvió por su propia cuenta porque su amor por la tierra y por el campo le pudo más, hoy quiere morir en su tierra. 

Para el 2001 había 66 familias que habitaban en la vereda San Pablo, hoy hay 24 familias que han querido retomar sus actividades en el campo, es por esto que la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas coordina acciones con el ánimo de disminuir el desplazamiento y otras infracciones al Derecho Internacional Humanitario, atendiendo oportunamente las emergencias y promoviendo las acciones que prevengan la atención de estos fenómenos en el marco de la prevención y atención de población victima afectada por la violencia.

Como iniciativa de la Subdirección de Prevención y Atención de Emergencias de la Unidad para las Víctimas se busca fortalecer la capacidad de respuesta institucional en la prevención y atención de las emergencias, contratando el suministro especializado de insumos agrícolas y/o agropecuarios (semillas, herramientas, concentrado, artículos e insumos de pesca artesanal, entre otras, en distintas zonas del país, para proyectos de complementariedad alimentaria). En éste sentido también se han realizado entregas en otros municipios como Caucasia, beneficiando a 60 familias con una inversión de 30 millones de pesos, en Dabeiba beneficiando a 70 familias con una inversión de 35 millones de pesos.

“Con las entregas de insumos agrícolas se pretende disminuir el impacto que pueda generar el desplazamiento a raíz de la violencia ocasionada y que las familias puedan tener una nueva posibilidad de surgir a través de proyectos productivos logrando generar sus ingresos para salir adelante”, manifestó Jorge Mario Alzate, director de la Unidad para la Atención y Reparación integral a las Victimas en Antioquia.

En Antioquia un total de 260 familias se beneficiaron con recursos de 130 millones de pesos. La Unidad para la Atención Integral a las Victimas entrega insumos agrícolas consistentes en un kit por familia de herramientas, semillas de maíz, plátano, abono y equipo de fumigación con el fin de que las víctimas del conflicto puedan realizar sus propios proyectos productivos para generar ingresos dentro de su comunidad y de algún modo evitar el desplazamiento.