
Una cancha de paz
El Cauca es una de las regiones que más ha experimentado la guerra en Colombia. Ubicado al suroccidente del país, abarca una riqueza natural y una diversidad social como pocas regiones en el país. Sin embargo, su desigualdad y las olas de violencia siguen siendo heridas difíciles de sanar.



Texto y fotografías: Lorena Rueda/Oscar Bermeo
Muchas de las personas que viven en el Cauca han sufrido diferentes vulneraciones a sus derechos durante décadas; muchos de ellos han sufrido el desplazamiento forzado a causa de la violencia. Quedarse en su casa, con su familia, su cultura y su comunidad no parecía ser una opción años atrás. No obstante, ahora se escribe una historia diferente. Los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) han priorizado al departamento del Cauca como una de las subregiones más afectadas por la violencia, la pobreza y la debilidad institucional, y por ello, estos lugares deben contar con planes e instrumentos de planificación y gestión que permitan la estabilización y transformación real del territorio.
Gracias a esta priorización se busca que las voces de las comunidades sean tenidas en cuenta a la hora de tomar decisiones de política pública, como que sus necesidades y derechos sean subsanados a través de los diferentes pilares PDET que responden a derechos básicos y a un mejoramiento de la calidad de vida rural. Esta gestión también permite una respuesta focalizada del Estado colombiano para construir una sociedad más equitativa y sostenible.
La comunidad de la vereda Guatemala en el municipio de Miranda, Cauca, está dispuesta a escribir una nueva historia en la tierra que los vio nacer. Ellos quieren reconstruir oportunidades de desarrollo para las nuevas generaciones, y tener garantías de no repetición sobre esos hechos que sembraron tanto dolor cuando tuvieron que desplazarse y dejar atrás la vida que tenían por la guerra. Como víctimas y sujetos de reparación colectiva, tienen derecho a medidas de reparación que posibiliten el goce efectivo de sus derechos y que les permitan mejorar su calidad de vida.
La adecuación de una cancha de fútbol ha sido una de las medidas de reparación colectiva que la comunidad de la vereda Guatemala solicitó, lo que hoy es una realidad gracias al liderazgo de la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas (UARIV), trabajo que se realizó junto a la Consejería Presidencial para la Estabilización y la Consolidación y el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y que, además, se logró gracias al apoyo financiero del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el Sostenimiento de la Paz (MPTF).
Una cancha, una comunidad unida
Liliana Montoya es una lideresa comunitaria y una ama de casa de la vereda Guatemala que fue desplazada en el 2008 por grupos armados. Después de haber creado un hogar a muy temprana edad, tuvo que huir llena de miedo y dolor, con su esposo e hijo recién nacido, a Pitalito, Huila. "Siempre quise retornar, volver a mi casa, a mi vida, pero no me dejaban. No había garantías para volver y nos tocaba arriesgar la vida", afirma Liliana.
Después de ocho años de estar lejos, un día por su cuenta, y a pesar de las numerosas negativas por parte de las entidades locales, ella y su familia volvieron a Miranda. Se vincularon al proceso colectivo de reparación de la vereda y empezaron a construir una nueva vida. Su liderazgo es notorio: "nunca he querido bajar la cabeza, siempre he querido salir a adelante, luchar por mis sueños y, a pesar de la guerra, siempre he querido seguir trabajando por mi comunidad", dice Liliana.
Con su liderazgo y el de otras decenas de personas, la comunidad de la vereda Guatemala empezó a nutrirse y a establecer asociaciones comunitarias que trabajan día a día por la transformación de su entorno y por seguir contribuyendo a los avances sociales que ya empiezan a notarse. Hace casi cuatro años, el comité de impulso y la Junta de Acción Comunal (JAC), asociaciones de las que Liliana es miembro activo, participaron en la solicitud de una medida de reparación colectiva que les permitiera la adecuación y mejoramiento de la única cancha deportiva de la vereda, una cancha que fomenta el deporte en las niñas, niños y jóvenes, al mismo tiempo que establece vínculos con las comunidades aledañas.
El mejoramiento de la cancha se llevó a cabo durante el 2020 y el 2021. Las dificultades no fueron menores, sin embargo, la pandemia del covid-19 no logró apagar el espíritu de la comunidad que esperaba con ansias. "No es solo una cancha de fútbol. Allí realizamos toda clase de construcciones sociales y culturales. Nos hemos organizado a través de la cancha como espacio comunitario. Los chicos hacen torneos con otras veredas, nosotras hacemos bailes; siempre hay una actividad diferente y una forma de estrechar lazos entre nosotros", asegura Liliana.
Son aproximadamente 2.100 personas las que se benefician de esta medida de reparación colectiva y que hoy pueden gozar de su derecho a la recreación. "Tengo la satisfacción de que lo que hemos venido trabajando ha dado frutos. Me genera alegría y mayor compromiso seguir haciendo lo que queremos para tener una mejor vida. Nosotros vamos para adelante y no queremos que nos siga afectando el conflicto armado, no queremos seguir estancados en un recuerdo", concluye Liliana.
Las medidas de reparaciones colectivas y retornos y reubicaciones en territorios PDET son lideradas por la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas, acompañadas por la Consejería Presidencial para la Estabilización y la Consolidación, implementadas por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y cuentan con el apoyo financiero del Fondo Multidonante de las Naciones Unidas para el Sostenimiento de la Paz (MPTF). El proyecto de $1 millón de dólares para el apoyo al fortalecimiento de los procesos de Reparación Colectiva y de Retornos y Reubicaciones de las Víctimas en cuatro subregiones PDET cuenta con 18 acciones de reparación colectiva y retornos y reubicaciones y atiende a 11 sujetos y organizaciones sociales que han sido víctimas del conflicto armado en Colombia.
(AMV/COG)