La Unidad fortalece proyecto porcícola en resguardo indígena Honduras, de Florencia
Hoy la Unidad para las Víctimas en articulación con cooperación internacional trabaja arduamente en la reparación integral de esta comunidad.
La Unidad para las Víctimas, Dirección Territorial Huila-Caquetá, acudió al tambo comunitario del pueblo embera chamí, en el resguardo Honduras, de Florencia, para hacer entrega de una piara e insumos destinados a un proyecto porcícola apoyado por OIM como medida de restitución que se hizo efectiva en una jornada de integración.
Yhina Paola Lombana López, directora territorial Caquetá-Huila de la Unidad para las Víctimas, indicó que esta comunidad recibe en esta oportunidad “una piara que consta de cuatro cerdas de cría de 80 kilos y un cerdo reproductor de 90 kilos, más 110 bultos de 40 kilos de alimento concentrado y dos kits de vitaminas, para lo cual la comunidad sujeto de reparación colectiva tenía reservados los espacios, entre los que se destaca la infraestructura donde se desarrollará el proyecto, una cochera con las debidas especificaciones de tamaño, ubicación y ventilación, entre otros aspectos”.
El gobernador Norvey Dovigama expresó su agradecimiento a la Unidad para las Víctimas y a la OIM por contribuir de esta forma al desarrollo de un proyecto que su comunidad venía reclamando y con el cual “esperamos generar ingresos a la comunidad, enseñando a las nuevas generaciones de embera el trabajo honesto que debemos realizar para ganar el sustento y sostener a nuestras familias”.
El pueblo embera chamí fue desplazado en 2005 de su resguardo, luego de oponer resistencia a la guerrilla, soportando duros eventos de discriminación hasta que logró, en 2009, la restitución de su derecho a territorio, con la titulación del resguardo en la vereda San José de Canelos.
En 2013 se dieron algunas condiciones básicas y dignas para pasar a vivir al territorio restablecido en medio de un ambiente de alegría, transportados en camiones y chivas, para así establecerse en las pocas casas que había construidas en un proceso de asentamiento y adaptación que a la fecha de hoy deja un balance positivo.
Con el tiempo, con ayuda de la Fundación Yapaguaira y la Red Caquetá Paz todos lograron ubicarse en casas de madera, elevadas del piso por respeto a las serpientes y con la distribución en el terreno que habían planeado. De las personas que permanecían en la capital del Caquetá en condición de desplazamiento, al nuevo predio llegaron 180.
Hoy la Unidad para las Víctimas en articulación con cooperación internacional trabajan arduamente en la reparación integral de esta comunidad, a donde se llega con fortalecimiento cultural, medicinal y ancestral, apoyo tecnológico y proyectos que garanticen la subsistencia de este pueblo indígena asentado en el Caquetá.
(FIN/XNILR/COG)