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Caminando hacía la verdad se conmemoraron en Barrancabermeja 20 años de la masacre del 28 de febrero
¡Queremos verdad! Fue la consigna con la que se conmemoraron en Barrancabermeja los 20 años de la masacre ocurrida en los barrios nororientales de la ciudad. Aquel 28 de febrero de 1999 doce personas fueron víctimas de los hechos -ocho asesinadas, dos desaparecidas y dos sobrevivientes-.
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Eran las 5:30 p.m. del domingo 28 de febrero de 1.999 cuando la diversión de aquella tarde, en medio de una ciclovía, se vio interrumpida por una incursión paramilitar perpetrada por hombres al mando de Mario Jaimes Mejía, alias “El Panadero”.
Después de ese día la vida de doce familias cambió completamente. “Mi esposo y yo no pudimos correr, ni entrar, ellos pararon la camioneta más o menos a 100 metros de la puerta de la casa donde nosotros vivíamos y nosotros estábamos sentados en el andén, él se movió porque escucho disparos y sabía que yo estaba ahí con los hijos, en el momento en que el mira, el que estaba en frente de él, empieza a dispararle”, relata Rubí Vélez, esposa de Orlando Forero Tarazona, asesinado aquel trágico día.
“Ese domingo 28 de febrero cambió nuestras vidas, conocimos el terror en carne propia, la incertidumbre, el miedo, la desolación, se perdieron sueños, anhelos, personas constructoras de país ya no están, este doloroso acto arrebató de la noche a la mañana la vida de padres, esposos, hermanos, hijos”, apunta por su parte Daniela Gil, hija de Jesús Daniel Gil, comerciante del puerto petrolero y asesinado en esa masacre.
Desde las 9:00 a.m. los familiares de las víctimas de la masacre de hace 20 años en Barrancabermeja conmemoraron los dolorosos hechos con un acto al que denominaron “Recorrer doce pasos más hacia la resistencia” y que tuvo lugar en el Parque a la Vida de esa ciudad.
Para Ligia Ramírez, víctima de esta masacre, el nombre de la conmemoración se debe a que “doce fueron las personas víctimas ese día, de las cuales ocho fueron asesinadas, dos desaparecidas y dos sobrevivientes; entonces son doce pasos de los cuales estamos construyendo memoria y buscando que haya verdad de los hechos que pasaron, pues si no hay verdad difícilmente hay reparación”.
El acto central que se realizó en el parque A la Vida dio inició cerca de las 9:30 a.m. con la galería fotográfica, actividad que dio a conocer a toda la comunidad, y en especial a las instituciones educativas, la verdad de los hechos ocurridos, logrando a su vez dignificar la memoria de las víctimas de estos hechos.
En la intervención de apertura de la conmemoración de los 20 años de la masacre Daniela Gil manifestó: “Hoy los familiares del colectivo 28 de febrero estamos en
el Parque a la Vida para unirnos en una petición, “nunca más una vida perdida por el conflicto armado, nunca más una historia atravesada por el horror, no queremos más violencia en las calles, en las ciudades, la política, en los colegios, en ningún lugar del país, por eso queremos hacer memoria en este espacio, para conmemorar la vida de quienes fueron nuestros familiares, para que conozcan quienes eran, que eran personas trabajadoras, intachables, importantes, porque a las personas importantes se les hace homenaje y se les honra su vida”.
La jornada contó con diversas actividades, los familiares realizaron un sentido homenaje a quienes fueron muertos y desaparecidos ese día de hace 20 años, a causa del conflicto interno armado.
Luego se desarrolló el acto protocolario de conmemoración que estuvo liderado por los familiares de las víctimas de la masacre, y contó con la presencia e intervención de Lucía González Duque, comisionada para el Magdalena Medio por la Comisión de la Verdad, Amparo Chicué Cristancho, Directora Territorial de la Unidad para las Víctimas en el Magdalena Medio y Eduardo Carreño, abogado Colectivo del CAJAR. Este último hará referencia al estado jurídico de este caso.
En su intervención la directora territorial de la Unidad para las Víctimas, Amparo Chicué Cristancho, resaltó la importancia de estos actos al expresar: “Esta clase de conmemoraciones nos llena de optimismo, pues en la memoria y el corazón de cada uno de ustedes, como familiares, como sociedad en general y como instituciones, se permite que efectivamente podamos transitar otros caminos de paz y reconciliación en este país”.
En horas de la tarde, se ofició una eucaristía por parte del Obispo de la Diócesis de Barrancabermeja, Camilo Fernando Castrellón y además se realizó un acto simbólico a cargo del Servicio Jesuita para Refugiados (SJR).
Durante todo el día hubo presentaciones de grupos culturales integrados por víctimas del conflicto armado, dentro de los que se destaca a la banda C7 y el grupo de danzas de la Organización Femenina Popular (OFP).
La clausura de la conmemoración de los 20 años de este acto se llevará acabo a las 7:00 p.m. cuando se hará una cena de gala en las instalaciones del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), cuyo principal fin es realizar un acto íntimo entre familiares y diferentes instituciones y organizaciones de víctimas. Durante la cena los asistentes verán la premier de un video que contará la historia de lo ocurrido y dejará claro que las víctimas buscan que se conozca la verdad de los hechos.
Está conmemoración, que además es un ejercicio de construcción, reconciliación, resiliencia y paz en nuestro país, fue organizada por las mismas víctimas quienes decidieron la agenda desde el comienzo hasta el final del día.
A su vez, este año, cada una de las actividades de la conmemoración contó con el apoyo de la Unidad para las Víctimas, la Alcaldía de Barrancabermeja, el Programa Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, la Comisión de la Verdad y el SJR, con el fin de poder considerar este acto como medida de satisfacción y contribuir al
derecho que tienen las víctimas a conocer la verdad y a que el Estado les garantice la no repetición de los hechos.
“Lo que siempre buscamos es construir memoria para que nuestras víctimas no sean olvidadas y además para reivindicar sus nombres y que los hechos no se repitan”, añadió Ligia Ramirez, familiar de Jesús Daniel Gil, asesinado ese 28 de febrero de 1999.