Ago
27
2018

Víctimas del sector de La Malla, de Cúcuta, empiezan proceso de reparación colectiva

Harán primero la fase de identificación y la creación del comité de impulso, para luego construir el diagnóstico del daño que sufrieron en el marco del conflicto armado.

La Unidad para las Víctimas, territorial Norte de Santander y Arauca, acompañó a vecinos de los barrios cucuteños la Ermita, Buenos Aires y Camilo Daza, que colindan con el aeropuerto Camilo Daza, en la selección de su comité de impulso, uno de los primeros pasos para iniciar su proceso de reparación colectiva por los daños que le infringieron los grupos armados ilegales que dominaron el sector hace 20 años.

Las zonas limítrofes entre los tres barrios y el aeropuerto conforman un cordón conocido como La Malla, que en la época de violencia urbana fue lugar de ajusticiamiento, hostigamiento y amenazas para sus residentes.

“Con este sujeto de reparación colectiva estamos iniciando el ajuste de la fase de identificación, y paralelo, la creación del comité de impulso de tejedoras y tejedores, para luego reconstruir con ellos el diagnóstico del daño que sufrieron”, explicó Álvaro Vargas Sanabria, director (e) de la Unidad en el departamento.

El funcionario aclaró que una vez se termine el diagnóstico, se continuará con el Plan de Reparación Integral, que se llevará al Consejo de Justifica Transicional de Cúcuta para su aprobación y la elaboración de un cronograma de ejecución con el apoyo de todas las entidades de dicho comité.

“El ajuste de la fase de identificación de este sujeto se hace teniendo en cuenta la resolución 03143 del 23 de julio del presente año, por medio de la cual se adopta el modelo  operativo  de reparación colectiva de la Unidad”, manifestó  Vargas Sanabria.

Durante la reunión, una de las integrantes del comité de impulso recordó algunos hechos victimizantes que vivieron en estos barrios y la necesidad de rescatar vivencias colectivas.

“Metían panfletos por debajo de la puerta diciendo que nadie podía salir de las casas después de las 7 de la noche. Decían que nadie podía salir a jugar frente a las casas… nos dejaban letreros en las paredes donde escribían ‘por aquí están las Águilas Negras’. ¡Daba mucho temor!”, recordó.

Para ella y sus vecinos, recuperar la confianza y que sus hijos puedan hacer sus juegos infantiles es la razón para retomar el proceso de reparación en el que los acompañará la Unidad para las Víctimas.