Mar
03
2017

María Lilia lo dejó todo, menos la confianza en sí misma

Una víctima, desplazada del Tolima, relata cómo su vida se ha transformado positivamente en Soacha, Cundinamarca.

CundinamarcaSoacha

María Lilia Barbosa llegó hace diez años a Bogotá cargada de un inesperado optimismo, tras tener que salir con sus tres hijos de la finca que administraba en el  municipio de Venadillo, Tolima, sin poder empacar absolutamente nada. Tal como estaban vestidos, y sin nada más en sus manos, partieron hacia la capital “porque mirábamos que era como más factible salir adelante acá”, dice con una fuerza interior que parece haberla acompañado siempre.

Tenía la razón. Llevaba pocos minutos en suelo bogotano, en la Central de Abastos a donde se le ocurrió llegar para pedir comida, cuando una mujer que la vio con sus dos hijos adolescentes y un bebé le ofreció avena. Tras un corta charla los invitó a los cuatro a vivir en un cuarto de su casa en Soacha, un municipio tan cercano al Distrito Capital, que parece un barrio más.  “A esa señora yo la adoro”, expresa María Lilia, mientras sus ojos brillan de agradecimiento.

Quizás esa fue una señal de que en Bogotá, o en sus alrededores, podría vivir sin miedo, que ya no permanecería asustada porque la guerrilla de las FARC quería reclutar a sus dos hijos mayores, y mucho menos tendría que “interponerse” a alguien con un fusil en las manos: “yo me interpuse, no dejé, y me sacaron a la fuerza; nos dieron media hora para salir”, relata.

Hoy, ella y sus hijos hacen parte de las 53.759 personas que declararon haber llegado a Soacha como víctimas del desplazamiento forzado, según las cifras de la Unidad para la Atención y Reparación Integral de las Víctimas (UARIV).

Eso fue hace 10 años y las mejoras en su vida no han dejado de llegar. Con su actitud y las múltiples ayudas que ha sabido recibir, no podía ser de otra manera. Desde que llegó ha trabajado en casas de familia, lavando ropa y haciendo oficio, por días, así que cuando llegó el momento de tener que pagar arriendo, lo pudo hacer.

Empezó a pagar arriendo cerca de cinco años después de llegar. En casa de aquella mujer a la que “adora” estuvieron casi un año y después ese mismo ángel terrenal consiguió que a María y sus tres hijos los dejaran vivir sin pago en la casa contigua a la suya. “La casa la tenía un secuestre y ella habló y el abogado nos la cedió a nosotros; vivimos cuatro años ahí gratis, hasta que llegó el banco y la remató. Y luego pagamos arriendo”.

Ahora, sus hijos son adultos, casados, pero todos viven juntos y colaboran en los gastos familiares. Hace tres años fue beneficiada con una de las viviendas que entregó el Gobierno Nacional en Soacha-Danubio, en la urbanización Vida Nueva y ahí viven todos, “felices”, insiste ella.

La Unidad para las Victimas ha tenido buena parte en ese progreso familiar, y María Lilia también lo agradece. “La Unidad nos ayudó desde el principio con el kit habitable, kit de cocina, nos han dado ayuda para la comida y ahorita ya nos llegó la indemnización, que es para montar nuestro negocio propio  ¡Gracias a Dios!”, continuó.

Desde hace años, María Lilia y sus hijos se han capacitado en diseño y confección de moda, en cursos gratuitos a través de Compensar y la Red Unidos, así que se sienten listos para invertir el dinero de la indemnización en un “satélite de confección”.

El hecho de integrar el 97% de las 54.012 víctimas que viven en Soacha, venidos de distintas regiones del país por varios motivos relacionados con el conflicto armado interno, no les hizo perder el impulso para seguir adelante con sus vidas. 

Iban sonrientes cuando salieron el viernes 24 de febrero del Centro Regional de Atención a las Víctimas, ubicado en Soacha, donde les notificaron que pueden ir al Banco Agrario a reclamar sus indemnizaciones, y les dieron kits de ropa nueva donados por la Direcciín de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN).

Con la confianza que la caracteriza, ella asegura: “Vamos a trabajar todos en conjunto, voy a conseguir mis contratos y mis hijos son los que van a trabajar directamente; ya tenemos un contrato con una señora que tiene un local en El Madrugón…vamos a conseguir un local, montamos un taller, conseguimos la herramienta y no trabajaré más en casas de familia”.

María Lilia Barbosa tenía razón: le fue “factible” salir adelante cerca de Bogotá. Una vez la familia comience a confeccionar, y sus condiciones de vida mejoren, contribuirán a mover la economía y aumentar de alguna manera el bienestar de los 533.718 habitantes de Soacha.

Soacha es el municipio más poblado del departamento de Cundinamarca y,  según el alcalde Eleazar González en declaraciones a una emisora -en mayo de 2016-, es a donde cada mes llegan 200 familias nuevas, sin contar a la población desplazada.

Atención a Víctimas de Soacha y alrededores

El Centro Regional de Atención a las Víctimas en Soacha (CRAV) atiende a víctimas que habitan en 14 municipios del sur de Cundinamarca y hace parte de la Dirección Territorial Central de la Unidad para las Víctimas. La Dirección Central cubre a Bogotá, Cundinamarca, Boyacá y Tolima. El director es Jorge Orlando Sánchez.

Desde que fue inaugurado, en julio de 2016, ha atendido en promedio a entre 250 y 300 personas víctimas a diario, que acuden allí para realizar trámites relacionados con el proceso de reparación integral que les brinda el Estado a través del Sistema Nacional de Atención y Reparación para las Víctimas (SNARIV), integrado por 53 entidades.

En el CRAV de Soacha están presentes representantes del SENA, el ICBF, la Agencia de Restitución de Tierras y la Alcaldía municipal y se realizan actividades como capacitaciones a las víctimas sobre el manejo de los recursos de indemnización que reciben, capacitaciones a funcionarios de la alcaldía sobre reparación, talleres de empleabilidad para los jóvenes, hay ludoteca para los hijos de las víctimas y se utiliza como centro de operaciones para le entrega de notificaciones de indemnización y de donaciones para las víctimas, entre otras cosas.