Abr
10
2016

En San Pablo, las víctimas clamaron por la paz

En el municipio del Sur de Bolívar, cerca de 2.000 víctimas marcharon por sus calles principales, realizaron un acto simbólico en el parque central del municipio y compartieron la tradicional olla comunitaria para conmemorar el Día Nacional por la Solidaridad con las víctimas del conflicto.

SantanderBarrancabermeja

Los habitantes de San Pablo no olvidan todos los hechos que dejó la guerra en sus tierras. Uno de los años más difíciles fue 1999, cuando los paramilitares intentaron controlar el estratégico puerto sobre el río grande del Magdalena con masacres, asesinatos selectivos y desplazamientos de los campesinos hacia el casco.

Los sobrevivientes de esa arremetida paramilitar hoy cuentan otra historia. Una historia en la que la apuestan a una Colombia diferente y que quiere convertir a este municipio del Sur de Bolívar en un territorio de paz.

Esa fue la principal consigna en el marco del Día Nacional de las Víctimas del conflicto armado. Los actos de conmemoración fueron coordinados por los integrantes de la Mesa Municipal de Víctimas y la dirección territorial de la Unidad para las Víctimas en el Magdalena Medio.

Desde tempranas horas de este sábado, en el emblemático parque central del municipio, el mismo que años atrás fuera escenario de campamentos improvisados de campesinos que buscaban refugio ante el fuego cruzado de los actores armados que operaban en la zona, los sanpablenses montaron tres ollas comunitarias para invitar a las familias sobrevivientes del conflicto a conmemorar este día.

Luz Enit Quintero, coordinadora de la Mesa Municipal de Participación Efectiva de las Víctimas, estaba muy emocionada de ver la convocatoria. “Hoy queremos que todos y todas conozcan nuestro clamor, seamos reconocidos por nuestra comunidad como esas personas que representan sus intereses, gestionando acciones desde el Estado para que sean mejoradas nuestras condiciones de vida, en un municipio tan golpeado por la violencia como San Pablo, que tiene 32 mil habitantes y, de esos, cerca de 28 mil son víctimas, o mejor, sobrevivientes que claman justicia y paz. Queremos reconciliarnos con la vida, empezar una nueva historia, para así, darle paso a una nueva sociedad para los más pequeños”, afirmó.

Sembrar vida y sembrar paz

Para la conmemoración, las víctimas quisieron unirse a las actividades nacionales y sembrar árboles de Pomarrosa, caracterizados por la sombra que da su follaje y el agradable olor de sus frutos.

Cada árbol tenía un significado. El primero fue el árbol de la paz, con el que quisieron expresar que San Pablo se compromete con este anhelo para garantizar a sus habitantes un futuro mejor. Le siguió el árbol de la reconciliación, porque solamente así los habitantes de este pueblo rivereño pueden garantizar un mejor mañana, sin rencores ni odio y que pueda sanar las heridas del conflicto. También sembraron el árbol del amor, como piedra angular de sus vidas, el árbol de la memoria para recordar la historia y no volverla a repetir. Y así lo hicieron sucesivamente son los árboles de la esperanza, respeto, dignidad, vida, fe y alegría.

Amparo Chicué, directora territorial de la Unidad para las Víctimas en el Magdalena Medio, compartió un saludo a los asistentes al acto simbólico en el parque central. “Hoy nos rodeamos y abrazamos a las víctimas de San Pablo para reflexionar en torno a la paz y al futuro de este país, recordando a García Márquez para decir que Colombia necesita una segunda oportunidad. Desde la Dirección Territorial Magdalena Medio les enviamos un saludo de acogida y tengan la plena seguridad que seguimos trabajando de la manera más coordinada para llevar a ustedes respuestas efectivas, con toda la voluntad de trabajo y compromiso en los nueve municipios del sur de Bolívar”, expresó la funcionaria.

Johner Pardo, representante de los jóvenes en la Mesa Municipal de Víctimas, expresó: “La guerra no es una opción en nuestro corazón, debemos sembrar nuevos sentimientos y nuevas ideas, que nos lleven al progreso, donde el Estado nos garantice nuestros derechos mínimos, donde la firma de la paz no sea un sueño sino una realidad. Hoy con fe y esperanza, el pueblo de San Pablo a través de sus líderes y estos niños, la nueva generación, los futuros ciudadanos, decimos: ‘No más víctimas, sembramos vida y sembramos paz’”.