Natalia Alejandra Garro y Luz Miriam Giraldo
Antioquia - Rionegro

La tienda Catando Café que Natalia Alejandra Garro y Luz Miriam Giraldo abrieron hace seis meses gana clientes día tras día atraídos por el aroma del café gourmet y la variedad de otros productos saludables.

Lo que ellos no saben es que, más que un negocio que recién comienza en el municipio antioqueño de Rionegro, esas variadas tazas tibias y granizadas también están colmadas de la resiliencia de dos mujeres decididas a forjar nuevos proyectos de vida que dejen en el pasado las experiencias dolorosas causadas por la violencia.

Más que víctimas del conflicto, se presentan como sobrevivientes que se transforman en mujeres emprendedoras. Por eso los últimos 12 meses han sido intensos para ellas capacitándose sobre administración de empresas y aprendiendo la mezcla exacta de los ingredientes en las máquinas de expreso. 

Para ellas “no ha sido fácil comenzar y responder a las obligaciones, pero ya nos montamos en este proyecto y esta es una gran oportunidad de continuar adelante porque no nos podemos quedar solo en la victimización”.

Después de sufrir el desplazamiento forzado en Chocó junto a su familia cuando apenas era una niña, ahora a Natalia la motiva “querer ser propietarias de nuestro propio sueño, de nuestro propio negocio y esa oportunidad nos llevará alcanzar otras metas como la independencia económica y mejorar nuestra calidad de vida”.

Hace casi 25 años ella huyó desplazada con su familia de Carmen de Atrato, después de que la guerrilla incursionó en una zona rural e intimidó a varias familias para que abandonaran sus tierras. Cuenta que “un día llegaron y nos dijeron: ‘se tienen que ir’”.  Para ponerse a salvo “nos tocó con mis papas y mis hermanos salir y coger carretera a medianoche sin poder llevar nada, en chanclas, porque no nos dejaron ni hacer maletas”.

Por su parte, Luz Miriam, su socia en este emprendimiento, fue víctima de desplazamiento forzado del municipio de San Rafael tras el asesinato de su esposo por parte de un grupo armado ilegal. Tuvo que huir porque también tenían intenciones de reclutar a sus dos hijos menores de edad.

“Este proceso de ser emprendedoras es reparador porque nos ha permitido sanar muchas de las experiencias dolorosas que vivimos y a superar los miedos a los que se enfrenta uno cuando tiene que salir desplazado y se encuentra con un mundo diferente”, relata la mujer al recordar las dificultades del desarraigo que sufrió.

El impulso para comenzar a formarse como empresarias se dio hace un año al conocer un proyecto de microfranquicias del Gobierno Nacional para fomentar el emprendimiento de población afectada por el conflicto armado.

Víctimas apoyando a víctimas

El proyecto significó una inversión de $653 millones tras una convocatoria del Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, operado por Innpulsa Colombia, cuya licitación se ganó la alianza entre la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas en Antioquia, la firma Expansión y Gestión Empresarial y la Cámara de Comercio del Aburrá Sur.

Como resultado exitoso, 30 víctimas en Antioquia ahora son dueños de 15 nuevos negocios con enfoque de reparación y apoyo de tres empresas franquiciantes de empresarios consolidados en el mercado. Ellos, a su vez, también sufrieron la violencia.

Se trata de Café Arangos, la Casa del Didáctico y la Tecnología y Cafetos del Cedral. De marcas comerciales de cada una de estas firmas se crearon 5 unidades productivas, cada una con dos víctimas asociadas.

Los 30 sobrevivientes beneficiados con este proyecto fueron seleccionados tras una convocatoria en diferentes regiones de Antioquia por la Unidad para la Reparación a las Víctimas, que además les brindó su atención sicosocial para garantizar sus condiciones emocionales para iniciar sus negocios.

Además de estos beneficiados, otras víctimas vieron en las microfranquicias una oportunidad de comenzar sus proyectos productivos invirtiendo la indemnización económica que recibieron de la Unidad para las Víctimas.

Para el director de la Unidad para las Víctimas en Antioquia, Wilson Córdoba Mena, estas alianzas público-privadas “son fundamentales para la superación de la vulnerabilidad con la generación de negocios rentables y sostenibles como parte de la reparación a la población víctima no solo con las microfranquicias, sino en muchos campos, para que tengan proyectos reales para reconstruir sus proyectos de vida”.

En adelante, tras abrir las puertas de su propio negocio, Natalia alejandra y Miriam tienen el acompañamiento de los empresarios y las instituciones, con el fin de que aprovechen la transferencia de conocimiento. También la experiencia y resiliencia de esas personas que también sufrieron en carne propia la violencia y ya recorrieron el camino de la superación que ellas ahora emprenden.

Ese caminar lo conoce bien Piedad Cárdenas, gerente de Cafetos El Cedral, una de las tres empresas franquiciantes y dueños de la marca Catando Café, la misma que Natalia y su socia adoptaron para iniciar su propio negocio.

Con su familia fue desplazada de Huila de una zona azotada por la guerrilla. Además de la oportunidad de crecimiento de la empresa que crearon en el año 2004, también la motiva apoyar a otras víctimas para que alcancen grandes metas: “Tenemos en común que hemos vivido la violencia, pero queremos convertir las dificultades en oportunidades generando empleo y oportunidades para familias víctimas. Hay que hacer duelos y superarse”.