Mayo
26
2016

La incertidumbre de la familia Franco Rodríguez, marcada por la desaparición forzada

“Me tocó hacer de papá y mamá y asumir los gastos de mi hogar completamente”, dice Maryuris Rodríguez.

MagdalenaSanta Marta

“Me despedí de él con un beso, sin saber que sería el último”, dice Maryuris Rodríguez, marcada por los recuerdos de aquel 31 de enero de 2003, cuando su compañero permanente, Jaime Franco, salió de su casa a las 5 de la tarde y jamás regresó.

“Él fue a la compraventa donde trabajaba, de 5:00 p.m. a 12:00 del día siguiente, cuando desapareció”, asegura la madre de los dos hijos de Franco.

Normalmente, su compañero llegaba a comer y se quedaba un par de horas para regresar a trabajar. En aquel momento le había tocado doblarse por petición del administrador del local, quien tenía a su familia de visita aquella semana.

“Como no llegaba, lo llamé a la compraventa y la hija del administrador me informó que ya había salido. Pensé que había ido a hacer un mandado pero pasaron las horas y él tenía que volver al trabajo, pero no lo hizo. En ese momento llamé a un primo de él que trabajaba en otra compraventa cerca, pero tampoco sabía nada”, cuenta.

Fue el inicio de la tragedia. “Todos salieron en su búsqueda mientras yo esperaba en casa a que él apareciera. La espera fue en vano”, se lamenta esta mujer de unos 45 años.

“Al día siguiente fui a la compraventa a ver si ya sabían de su paradero, pero ahí tampoco tenían respuesta”, insiste y agrega: “En ese momento se decía que los paramilitares eran los que mandaban en la región”.

Maryuris rodeó a pie las playas de Santa Marta hasta llegar al municipio de Ciénaga. “Alguien nos dijo que lo había visto en la playa, así que todos fuimos en su búsqueda, pero nada”.

Años después, se desmovilizó el bloque paramilitar al que se le atribuyó el hecho: el Clan Rojas. Sin embargo, aún no se ha encontrado el cuerpo y no hay certezas sobre quién fue el autor de la desaparición.

“Fui a todas las audiencias (de la Ley de Justicia y Paz) y en una de ellas pregunté por mi familiar. En una, dijeron dónde estaba sepultado pero la búsqueda resultó fallida, nuevamente”, relata esta mujer morena, integrante de Familiares Colombia.

Esta organización solía reunirse cada tres meses con las autoridades a cargo de los procesos de la Ley de Justicia y Paz, para que no cesara la búsqueda de sus seres queridos.

“Me tocó hacer de papá y mamá y asumir los gastos de mi hogar completamente”, agrega, mirando las fotos de Jaime.

A veces se acuerda de los momentos a los que Franco nunca pudo asistir. Por ejemplo, cuando su hija cumplió 15 años y no bailó el vals con su padre. “Tomé la foto de ella ese día y la de mi hijo. Quité su rostro y coloqué el del papá. En ese momento ella sintió que él la había acompañado”, recuerda mientras señala la imagen.

Un nuevo hogar                                                             

Después de 13 años de angustia, Maryuris formó un nuevo hogar. Junto a sus hijos y a su pequeño nieto, ha salido adelante. “Recibí mi indemnización por parte de la Unidad para las Víctimas y con ella reformé mi hogar, y compré unas máquinas de coser. Además, hice cursos en el Sena de patronaje, confección, trazo, corte, y formé mi propia microempresa”, asegura.

“También les compré a mis hijos un computador y hasta me alcanzó para un televisor”, añade.

Lo único que espera ahora es que sus hijos “reciban el cuerpo de su padre y puedan darle cristiana sepultura para poder estar en paz”.

Pese a todo, Rodríguez no se ha dejado amilanar. “Uno por sus familiares debe seguir adelante. En ese momento, sólo pensaba en luchar para que cuando Jaime volviera, viera que trabajé por nuestros hijos y jamás me di por vencida”.

Esta luchadora espera tener por fin una respuesta, gracias al acuerdo sobre búsqueda de personas dadas por desaparecidas al que llegó la Mesa de Conversaciones de La Habana en octubre del año pasado.

En aquel consenso parcial en las negociaciones de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC, las partes acordaron acelerar estos procesos y crear una unidad especial para lograrlo.

“Me gustaría que Jaime tocara a la puerta y abrazara a sus hijos. Que todo lo que han vivido hasta el momento sea simplemente una pesadilla”. Mientras tanto, Maryuris sigue adelante con la búsqueda y espera que ninguna familia tenga que sufrir lo que la suya ha pasado.