Seguridad alimentaria: un paso para superar la vulnerabilidad y fortalecer la comunidad
Los saberes y conocimientos de las comunidades víctimas son aplicados en las granjas autosostenibles que buscan la seguridad alimentaria y la generación de ingresos mediante la entrega a familias de semillas para cultivos perennes, así como para la cría de conejos, gallinas y curíes.
Con el nombre de “Día de Campo” fue bautizada la actividad realizada el pasado 11 de septiembre, por los beneficiarios de un proyecto de seguridad alimentaria en el departamento de Cauca, y que buscaba visibilizar el trabajo de estas familias y compartir sus experiencias en la implementación de este innovador proyecto.
Morales es un municipio de Cauca, ubicado a 41 kilómetros de Popayán, capital del departamento. Su economía está basada en la agricultura, y tiene una imponente geografía la cual fue utilizada por los grupos armados históricamente. Fue en esta zona, más exactamente en la parte rural de Suarez, vereda los Chorrillos, que en el marco de la “Operación Odiseo” fue abatido Alfonso Cano, uno de los jefes de las FARC, el 4 de noviembre de 2011. Y son todas esas veredas las que hoy, con el apoyo de la Unidad para las Víctimas, se han beneficiado de este proyecto.
Ese es el caso de Rosa Ermencia Castillo, una mujer sobreviviente del conflicto armado y que tuvo que desplazarse desde sus tierras en El Palmar (Nariño) y buscar nuevos horizontes en el Cauca. Allí ya lleva cerca de ocho años, junto con sus hijas y su marido. Uno de sus hijos fue asesinado por la arremetida de los paramilitares en esa zona del país. “Llegamos a este proceso porque como a mí me gusta escuchar la emisora comunitaria de Morales, ahí escuché el aviso. Apenas lo escuché, me dirigí a la Alcaldía a pedir más información y me pude inscribir. A los 15 días comencé con la visita de unos técnicos en el proyecto. Eso me tenía muy contenta”, afirmó.
Desde el año 2013, la Unidad para las Víctimas diseñó un instrumento de articulación de la oferta institucional entre el nivel nacional y territorial que ha permitido, entre el año 2013, 2014 y 2015 la cofinanciación de 29 proyectos, en 170 municipios de 20 departamentos (Antioquia, Arauca, Atlántico, Caldas, Caquetá, Cauca, Chocó, Córdoba, Cundinamarca, Guajira, Huila, Magdalena, Meta, Nariño, Norte de Santander, Putumayo, Quindío, Risaralda, Santander, Valle del Cauca). La inversión fue de $62.049.701.614, en la cual el 65% fue cofinanciado por la Unidad y el 35% por parte de las entidades territoriales, beneficiando a 60.410 víctimas.
En el Municipio de Morales y Suarez se cofinanció este proyecto de Seguridad Alimentaria en el año 2014 por un valor total de$1.000.786.350 y que beneficia a 300 familias victimas del desplazamiento forzado, y en el cual las entidades territoriales hicieron aportes por un valor de $ 395.686.350 y la Unidad para las Víctimas dispuso recursos financieros por un valor de $ 605.100.000.
La jornada “Día de Campo” contó con la asistencia de beneficiarios del proyecto de los dos municipios, el alcalde de Morales, Guido Saúl Córdoba y de Suárez, Rubén Darío Devia; la subdirectora de Nación Territorio de la Unidad para las Víctimas, Claudia Santamaría y el director Territorial de la Unidad en Cauca, Jorge Arturo Vásquez.
Una labor que hace la diferencia
El proyecto de seguridad alimentaria tiene como finalidad atender a la población víctima de forma integral y busca mejorar la calidad de vida y la superación de la vulnerabilidad de las víctimas haciendo énfasis en el componente de seguridad alimentaria. Después de ser un territorio tan golpeado por el conflicto, investigaciones dieron cuenta que gran cantidad de su población padecía de bajos índices nutricionales y falta de actividades que generaran ingresos constantes a las familias.
Para Claudia Santamaría, este proyecto ha sido un éxito gracias al apoyo de las entidades territoriales. “Resaltamos el esfuerzo y compromiso de las administraciones locales. Porque desde la Unidad cofinanciamos cerca del 85% de este proyecto pero también la voluntad política para la implementación de estas actividades es muy fundamental. En el caso de Morales y Suárez, contamos con unos alcaldes que saben de la importancia de este proceso y de la comunidad, que con su mano de obra aporta y hace de estas actividades una forma de salir adelante”, comentó.
A la fecha, las familias beneficiarias han recibido: 22 gallinas, un pie de cría de curíes (conformado por 3 hembras y 1 macho), huertas caseras, conejos (un pie de cría, conformado por 3 hembras y un macho, y que se ha entregado a las primeras 84 familias) y semillas para cultivos perennes de 6 especies de frutales. En el tema de capacitación y asistencia técnica, se han capacitado a las familias en el manejo de curíes, gallinas y conejos, en la construcción de jaulas para curíes, en galpones de gallinas, en el manejo y siembra de árboles frutales, en huertas caseras, en buenas prácticas agrícolas y pecuarias, en la preparación de composteras y biopreparados, en el uso del agua, y en un tema fundamental para esta población, como lo es la asistencia psicosocial.
Para María del Mar Mambuscay, mujer cabeza de familia y beneficiaria, este proyecto permite fortalecerse económicamente y complementar la alimentación de sus hijos. "Esto ha sido muy bueno. Yo recibí hace como cinco meses 22 gallinas y son animales de excelente calidad. Lo mismo los curíes, tan solo ayer una de las hembras parió. Ya tengo ocho de esos animalitos. En muchas oportunidades yo no tenía la posibilidad de comprarle si quiera un huevo a mis hijos y ahora las gallinas ya diariamente me están dando 12 o 13 huevitos, y eso es una gran ayuda. Yo trato de vender algunos y eso mejora mi economía. Además Las gallinas también son para consumo. Así como lo dice el nombre del proyecto, seguridad alimentaria es tener por lo menos lo de la comida y también se pueden consumir, aunque por ahora yo dejo quietas a las gallinitas”, afirmó.
Durante el “Día de Campo”, el equipo de técnicos que recorren las veredas para capacitar a los beneficiarios en el manejo de su granja, escucharon las experiencias y los conocimientos de esta comunidad, de gran arraigo campesino. Por ejemplo, de los asistentes habían integrantes de las comunidades indígenas de la región, quienes aconsejaron sembrar el maíz y el fríjol en las lunas llenas de septiembre, porque según ellos, ese es el mejor momento para garantizar buenas cosechas. Las mujeres son las más felices con las especies menores, como los conejos. Una de ellas contaba que apenas la hembra coneja paría era necesario sacar de la jaula al macho porque en ocasiones pueden correr riesgo los gazapos, como se llaman las crías de los conejos.
En el caso de Luz Quiñones, una reconocida lideresa de Morales, este proyecto además le ha regalado momentos de felicidad con su familia. “Tengo tres hijas, una de 15, otra de 11 y una de 9 años. Ellas son las más felices con la granja. Están pendientes de los animales, les ponen agua, le preparan la comida, porque todo sirve, las cáscaras de las frutas, de las verduras, eso lo picamos bien y se lo ponemos a las gallinas, por ejemplo. Además los técnicos del proyecto nos han dado gallinaza, cal, bultos de ponedera (alimento para las gallinas ponedoras) y bultos de crecimiento (alimento para los curíes). Están pendientes de nosotras todo el tiempo, van a visitarnos y están pendientes de lo que hacemos. Las gallinas ponen todos los días 20 a 22 huevos y eso da una felicidad enorme. Me buscan en mi casa para comprármelos”, agrega con entusiasmo Luz.
Y aunque la implementación del proyecto estaba programada para un año, es decir hasta el próximo mes de octubre, la comunidad hizo una solicitud contundente a la Unidad: continuar con estas actividades y favorecer a otras familias víctimas. El alcalde de Morales, Guido Córdoba tomó la vocería para expresar las inquietudes de las víctimas beneficiarias: “Somos un proyecto pionero conformado por personas y culturas diferentes. Acá confluyen afros, campesinos e indígenas. Y entre todo estamos construyendo paz, desde los cimientos, desde la base. Esto lo hemos hecho gracias al apoyo de funcionarios comprometidos, de ‘hacha y machete’ como decimos acá, que nos escuchan, nos apoyan, nos orientan. Gracias a este proyecto muchos de los beneficiarios también han sido priorizados y les ha llegado su ayuda humanitaria y van camino a la reparación. Porque no solamente aspiramos a que el Estado nos dé sino que estamos comprometidos para aportarle al Estado, con nuestro trabajo como forma de salir adelante”, explicó.